El acero pasa por diferentes procesos dentro de los que sobresalen ciertos tratamientos térmicos. Aunque pase por diferentes temperaturas, el acero no tiene que llegar necesariamente a las construcciones, ya que dependiendo de la función final que cumplirá, será el tratamiento térmico que el fabricante le dé.
Bajas temperaturas:
Aunque la temperatura baja puede afectar de forma considerable las propiedades mecánicas del acero como la ductibilidad, el doblado o el alargamiento de este material, este proceso también muestra una pequeña reducción de tamaño. Dentro de las ventajas que se pueden destacar, está la incrementación considerable del esfuerzo de fluencia.
Otro de los procesos en los que se ocupa la temperatura baja es el estirado frío. Gracias a este proceso, el acero puede aumentar su resistencia y elasticidad sin necesidad del aumento de procesos térmicos de mayor costo.
De los procesos relacionados con las temperaturas bajas, sobresalen productos laminados en frio, viguetas, entrepisos o paneles.
Altas temperaturas:
Provocando que las características mecánicas del acero se reduzcan, esta temperatura suele ser la que mayores cambios logra en la forma física del acero. Para que el acero cambie drasticamente por estas temperaturas es necesario que llegue al rojo vivo con temperaturas superiores a 930 ºC.
De los productos que sobresalen por estar bajo este proceso junto con máquinas específicas, se pueden mencionar la varilla, el alambrón y otras estructuras de acero.
El electrosoldado es uno de los procesos que requiere de temperaturas altas para forjar materiales de construcción de acero. Con ayuda de electricidad, la temperatura solda los puntos deseados para formar materiales como la escalerilla o refuerzo para muro, mallas hexagonales, metal desplegado, panel de construcción y mallas electrosoldadas.
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